Hace unos
días se difundió la noticia de que después de un juicio de 10 años, el gobierno
británico estaba por dar luz verde a la primera matanza legal de tejones. De pasar, la brutal medida permitiría la
matanza de cien mil individuos en las áreas de Gloucestershire y Somerset,
dando licencia a cualquiera de matar tejones siempre que usara los métodos
"humanos" autorizados o bien dispararles.
¿Y para qué
matar cien mil tejones? Pues por dos cosas, una porque supuestamente pueden acarrear
tuberculosis bovina y pasarla a las vacas y dos porque pareciera que la única
respuesta de algunos gobiernos, como el ucraniano y el inglés, ante un problema
social es una masacre de animales.
La medida
aunque ridícula e inútil, pues solo reduciría la enfermedad en un 9-16% en un
período de nueve años, tuvo gran apoyo en el Parlamento y entre los granjeros,
quienes yendo contra todo pronóstico y análisis científico y lógico, insistían
que matar tejones era la única manera de controlar la tuberculosis bovina. El
mismo Owen Paterson secretario ambiental británico dijo que la vacunación de
las vacas y los tejones está fuera de cuestión y que no se hará hasta en muchos
años o quizás nunca.
Ante esto
cita prohibiciones inexistentes de la Unión Europea hacia la exportación
también inexistente de vacas vacunadas.
Si bien los
tejones pueden esparcir la enfermedad, el hacinamiento, las fallas higiénicas y
la falta de vacunación son lo que genera que los brotes se esparzan, por lo que
masacrarlos no garantiza una solución al problema a largo plazo.
Hoy la
matanza de tejones ha sido suspendida hasta el próximo verano tras una
avalancha de respuesta negativa del público, a través de redes sociales y
manifestaciones, y una votación oficial de 147 en contra y 28 a favor.
Más de
150,000 firmas recolectadas en una petición online, y la participación de miles
de manifestantes entre los que se encontraba el guitarrista de Queen Brian May,
hicieron entrar en razón a los legisladores ingleses y puede que impulsen la
investigación para encontrar soluciones a la BT que no involucren matanzas.
Esta
historia tiene dos mensajes, primero que los legisladores tienden a saltar
sobre la solución más sangrienta y anti-ética que se presenta si aparentemente
es barata.
Este caso es un ejemplo muy similar a la matanza de perros por la
Eurocopa en Ucrania el año pasado y al vergonzoso exterminio del Lobo Mexicano
a mediados del siglo XX. Pareciera que la indiferencia gubernamental es doble,
no les importa ni la integridad de la fauna ni la solución real de los
problemas que dicen combatir.
El segundo:
que es deber del pueblo propinarles la debida y retórica patada en el trasero
ya sea por medios electrónicos o manifestaciones en las calles con el fin de
enfocarlos, o forzarlos a enfocarse en soluciones menos draconianas y más
efectivas. Este caso demuestra el potencial de la protesta colectiva para
reforzar la presencia del pueblo en la toma de decisiones y para ayudar, cuando
menos un poco, a otras especies.
Así que
recuerden, sigan firmando peticiones, atendiendo a manifestaciones y alzando la
voz, cualquier participación es más útil que una inercia complaciente.
.C.
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