viernes, 3 de octubre de 2008

Fuertes jóvenes muchachos, matar ballenas, esa es nuestra alegría


Imagínese, querido lector, que va caminando tranquilamente por la calle con su familia durante la tarde. De repente, un convoy de automóviles ruidosos los circundan por detrás. Numerosos hombres ebrios les gritan, arrojan líneas de pesca y piedras a sus hijos y a usted con el fin de aproximarlos a la acera. Ya cerca de la cuneta, la multitud los arrastra con ayuda de ganchos metálicos que insertan en sus fosas nasales y boca, hasta derribarlos, para luego, clavarles cuchillos de quince centímetros en la espina dorsal y el cuello, cercenando su yugular y dejándolos desangrarse, mientras otros son arrastrados con el mismo método, hasta juntar alrededor de mil víctimas.

Después, usted y su familia serán cortados en filetes y servidos con patatas hervidas.

Todo esto en un ambiente festivo tradicional, con botellas de cerveza resonando alegremente, y versos en feroés que cantan a la bondad de volverse hombre, embadurnados de sangre y alentados por los chillidos desesperados de las presas que amenizan el ritual.

No suena como algo que usted quisiera vivir, o incluso como una manera propia de morir. Pero esto no le sucede a los humanos, al menos no en gran escala y de manera legal desde hace algunas décadas, suena como una horrenda práctica medieval que debió abolirse ya, es casi increíble que pueda pasar. Sin embargo, las ballenas calderones comunes (Globicephala melas), saben bien que pasa, pues son las víctimas anuales de este ritual feroés, el grindadráp, la célebre matanza de ballenas en las islas provinciales de Dinamarca.

Grindadráp significa, lógicamente, matanza de calderones, y comprende una tradición antiquísima en las islas Feroe, cuya importancia se remonta a la obtención de comida, combustibles orgánicos para iluminarse y a la siempre bien ponderada adquisición de la hombría asesinando a un ser vivo innecesariamente. El proceso, como ya he mencionado, engloba la persecución con lanchas de motor, el arrastre y el degüelle de al menos mil cetáceos por “cosecha” anual, bajo la humana supervisión de autoridades locales y el beneplácito sádico de los nativos.

Es toda una usanza comunal que representa la dinámica social cavernaria de la división laboral en la comunidad para aprovechar el sustento. Este, sin embargo, es un modelo vital obsoleto tomando en cuenta un descubrimiento relativamente nuevo, la electricidad, y la amplia gama globalizada de alimentos disponible hoy día en las Feroe, y muy diferente a la escasez de grano y vegetal que “justificaba” la práctica en edades anteriores.

Incluso la carne de ballena calderón, está contraindicada por el ministro de salud feroés, pues presenta un alto contenido de mercurio y otras toxinas que la vuelven peligrosa para el consumo durante la mayor parte del año. Otros factores importantes que debieran apurar a la prohibición de la práctica son el sufrimiento que experimentan las ballenas, la bioética y la progresiva insensibilización ecológica a la que los jóvenes y niños feroeses son sometidos año con año, pues en el grindadráp… ¡todos pueden alegremente participar!, así mientras papá corta unas cuantas ballenas, los niños juegan encima de los cadáveres y chapotean retozones en el agua ensangrentada.

Pero siendo la apatía, la necedad, el miedo al cambio y la crueldad innata, los sostenes primordiales de la conciencia humana, no es extraño que las advertencias y evidencias sobre la inviabilidad e inutilidad del grindadráp, sean ignoradas por los feroeses, quienes tienen sus propios y rotundos argumentos ambientalistas, con los que subsanan el dilema moral que significa asesinar a sangre fría familias enteras de ballenas, desde madres embarazadas hasta crías.

Para el feroés la matanza de calderones está justificada, primero por ser una tradición, que se ha sostenido por siglos y por ello no debe ser cambiada. Esta muestra de primitivismo es en esencia igual al ritual aún existente de la circuncisión femenina en África y al espectáculo monstruoso que fuera la quema de gatos negros en la noche de pascua en Europa.

Su segundo argumento sostiene que el grindadráp, no tiene fines comerciales y por ende la hecatombe de centenares de cetáceos es poco negativa, una minucia comparada con el cruel trato que se le da a las vacas y a los pollos en otros países. Los feroeses a diferencia de los villanos en Pilgrim’s Pride, no masacran animales por dinero, solamente para dividir los cadáveres entre la población de manera equitativa… esto es la retórica de Robin Hood y Lenin aplicada a la crueldad animal. En este argumento se cita también el hecho de que las ballenas no son cazadas en mar abierto, sino que solamente se asesina a aquellas lo suficientemente estúpidas para acercarse a donde pueden ser arrastradas con comodidad, en este punto el argumento de los feroeses es apoyado por los cazadores de migrantes que disparan a cualquier mexicano que esté al alcance de su vista, la vista de un rifle con mira telescópica.

El tercer argumento está sólidamente basado en la opinión de los nativos, quienes no creen que los calderones sean una especie en peligro de extinción, por lo que no merecen respeto como seres vivos y no hay problema en que sean sometidos a una muerte violenta y sanguinaria, pues siempre habrá más de ellos.

¡Sí!, nada como una excusa prejuiciosa, anti-ética y sin bases científicas para desestimar los clamores de los escandalosos ambientalistas quienes se preocupan antes por los sucios animales que por sus pobres, tristes, aislados e indefensos compañeros humanos.

Sea semántica, aritmética o puro regionalismo retrógrada para preservar el placer de matar, la cacería de calderones en las islas Feroe, aún es defendido por asociaciones como La Alianza del Extremo Norte y El Departamento de Pesca de las Islas Feroe, organismos supuestamente más imparciales que Greenpeace y WSPA.

Dinamarca, a pesar de vender una imagen pública de conservacionismo y preocupación por las emisiones de CO2, pues presume un sistema de alimentación eléctrica basado en el uso del viento, apoya incondicionalmente la tradición de la masacre de calderones en las Feroe. Próximamente, los ecófilos daneses patentarán un nuevo modelo de molino que además de iluminar limpiamente su país, servirá de guillotina para ballenas, con el fin de facilitar y agilizar el grindadráp, para que los nativos puedan beber tranquilos mientras observan el show.

Esta hipocresía se refuerza por la continua reticencia de Dinamarca para apoyar las resoluciones de la Unión Europea con el fin de ejercer una moratoria para la caza de ballenas con fines comerciales. Junto con Islandia, Noruega y Japón, Dinamarca loa la caza de ballenas, aún de especies en peligro de extinción, a pesar de moratorias o lo que sea que se interponga entre el brutal vikingo armado con arpones y la ballena. Los países balleneros defendían su posición, esgrimiendo como excusa los fines científicos que ostenta la cacería, pero desde el 2006 Islandia reanudó la cacería de las amenazadas rorcuales, sin excusa ni justificación, así nomás. Y si nadie detiene a los islandeses, ¿quién va a intentar detener a los feroeses y su matanza “biodegradable”?

Según el indignado y ferviente Capitán Paul Watson en su diatriba “Algo está muy podrido en Dinamarca” aparentemente nadie. Watson menciona que el diplomático Ole Samsing tacha de imperialismo cultural los intentos ambientalistas para detener la caza de ballenas, como si el asesinato de calderones fuese un clamor de protesta liberal y la voz del valeroso ideal humano. Denuncia también la complicidad de autoridades danesas y organismos pro-caza de ballenas para sobreexplotar los mares del Norte.

Cabe resaltar que lo único que defiende el grindadráp, es la sordera ante la defensa de los derechos de la vida, la irresponsabilidad ecológica y la ridícula excusa de mantener una tradición heredada desde una época muy remota y diferente a la actual.

Algunos aseguran que matar ballenas, los hace sentirse feroeses, tanto como golpear mujeres potencia sentirse hombre en México. A estas apologías estúpidas e inhumanas, solo las acompaña la contradicción. Tratando de zafarse de la responsabilidad de su matanza, los feroeses incluyen en sus ya citados argumentos ecológicos, injurias en contra de los organismos ambientalistas. Dicen, que Greenpeace y los demás metiches dizque defensores del mundo, deberían de avocarse a detener la contaminación de los mares, un problema mayor que les impide atiborrarse de ballena todo el año, y dejar en paz la cultura paleolítica de los pueblos orgullosamente machos.

Ello se viene haciendo desde hace décadas y no con su ayuda, pues la pesca danesa afecta en gran medida a especies de pájaros y fauna marina por la sobreexplotación de anguilas. Ante esto guardan silencio, afilan sus cuchillos y siguen despedazando ballenas.

Los balleneros experimentados afirman que si las ballenas pudieran gritar la industria se desplomaría pues nadie podría soportar sus alaridos agónicos… sin embargo en las Feroe, los calderones gritan año con año sin perturbar la paz de los pueblitos playeros.

Como muchas ballenas, el calderón es un ser sociable e inteligente, con un cerebro tan desarrollado como los delfines y un sistema familiar complejo. El hecho de que existan en grandes cantidades no justifica su asesinato brutal, pues como todo ser vivo cuentan con una dignidad natural. Si siguiésemos el razonamiento feroés, asesinar unos miles de humanos sería “sustentable” pues existen en gran cantidad sobre el mundo. Es ridículamente anti-ético.

El problema que representa el grindadráp, se enreda por las implicaciones económicas y sociales que lo defienden, la terquedad dogmática de los feroeses y el soporte internacional que la caza de ballenas aún posee. No obstante si desmarañamos la madeja de ambigüedades, veremos que esta es solo una tradición obsoleta y ecocida, que no tiene razón de ser en la actualidad, y se sostiene por la ignorancia y el sadismo humano.

Es a pesar de cualquier excusa cultural solamente otra variación del vergonzoso acto de la cacería que debe detenerse.

Y si a pesar de todo lo dicho no me cree y piensa que el grindadráp tiene todavía una base razonable, lea el título de este ensayo, es un viejo verso feroés que honra la alegría bárbara de sentirse superior a los animales tan solo por poder masacrarlos. Como final no dejaré una fotografía típica con ballenas masacradas a manera de detalle morboso, sin embargo he aquí una imagen del mar feroés teñido en carmesí tras la matanza.


Imagínese cuánta muerte y cuánta sangre se necesitan para manchar tal extensión de océano. Piénselo.


.C.


P.D.

Poco se hace para solucionar este problema en la actualidad, ello en parte se debe a la falta de propuestas externas y empuje social que exija el respeto a la vida y a las ballenas. Por favor, firmen las siguientes peticiones en línea, para detener esta práctica indignante en las islas Feroe:

http://www.petitiononline.com/zxqw1234/petition.html

http://www.thepetitionsite.com/1/IWPO-memberlist-petition

Lleva menos de dos minutos firmar cada petición y la atención que inviertan se traducirá en la gran voz de protesta que solamente compuesta de muchas voces pequeñas puede lograr algo.

Gracias

Atentamente

Equipo de biocentrismo